Novedades — 17 junio 2015

La crisis económica, con todas sus derivadas, comenzando por la falta de oportunidades de trabajo, ha provocado un cambio importante en el comportamiento residencial de los más jóvenes: si en 2007, casi seis de cada diez familias encabezadas por adultos de menos de 30 años vivían en un piso en propiedad, en 2013, sólo el 38% de ellos se había decidido por la compra. Esta caída de 20 puntos en cinco años supone que la propiedad ha dejado ser la opción mayoritaria para los más jóvenes, destaca la memoria del 2014 del Consejo Económico y Social (CES). La institución alerta además de que la precariedad económica que sufren los más jóvenes ha llevado a una parte de ellos a regresar a casa de los padres y a otra, a residir en viviendas cedidas gratuitamente por sus familias (esta última opción supone el 15% de los hogares encabezados por menores de 30 años). Este fuerte descenso en el grupo de los más jóvenes tiene un reflejo escaso aún en el peso de la propiedad inmobiliaria en la población en general: en 2013, el 80% de las familias en España contaba con vivienda de propiedad (tres puntos menos que en el 2007), frente al 65% en la UE de los quince. Hay que tener en cuenta que casi un tercio de los hogares está pagando una hipoteca por la compra de su casa. En paralelo, desde el inicio de la crisis no ha parado de crecer el alquiler, sobre todo entre los adultos de menor edad. En 2013 ya rozaba el 42% la proporción de veinteañeros que eran inquilinos (cinco años atrás representaban el 28%). En esta franja de edad los propietarios con hipoteca suponen el 15%, mientras que entre los 30 y los 44 años las cargas hipotecarias por compra de vivienda afectan a más de la mitad de hogares. El CES advierte que la opción del alquiler se está concentrando en los jóvenes y las familias con menos recursos, circunstancia que refuerza “la asociación tradicional en España” entre alquilar y tener una “relativamente baja solvencia económica”. Reconocen además que la sobrecarga de los gastos de vivienda sobre los ingresos familiares son más frecuentes entre los inquilinos (en 2013, este problema afectaba a más del 42% de los hogares que vivían de alquiler). Por ello, no es extraño que una parte del colectivo arrastre problemas de morosidad. El último informe de Consejo General del Poder Judicial señala que más de la mitad de los casi 18.900 desahucios ejecutados en el primer trimestre –un 52,6%– se deben a impagos de alquiler. Con la crisis, la economía familiar está fuertemente condicionada por el pago de hipoteca o de alquiler. Y tiene sus consecuencias. El CES ha mostrado su preocupación por la evolución hacia un consumo basado en responder casi única y exclusivamente a las necesidades básicas, en perjuicio del ocio, el vestido y el calzado o los bienes duraderos. Este consumo de supervivencia se refleja en que la vivienda y la alimentación se han convertido en los dos principales destinos de los ingresos familiares. La memoria recuerda que entre el 2012 y el 2013 –últimos datos de los que disponían–, la renta media de los hogares se había reducido en 1.000 euros (‐5,1%). En paralelo, en el 2013 la vivienda se llevaba de media el 36,4% de la renta familiar, seis puntos más que dos años antes. “La capacidad de resistencia de los hogares está casi agotada –concluye el presidente del CES, Marcos Peña–; tardarán en sentir la mejoría”. Sobre el problema de la vivienda, el CES advierte que “las situaciones de carencia o precariedad residencial no están siendo adecuadamente amortiguadas en España por las políticas de vivienda social”. (La Vanguardia. Página 90. 3 columnas. Domingo 7)

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